9/5/10

LECHERILLAS DE CORDERO


Ezcaray es un pueblo de la sierra de La Rioja, en la zona suroeste, en el valle del río que da nombre a la Comunidad Autónoma, el río Oja. Aunque cuando el río nace, a pocos kilómetros del pueblo, allá por la Cruz de la Demanda, se le llama Glera, seguramente por la cantidad de cantos rodados que llenan su lecho. A su paso por Ezcaray ya todo el mundo le llama Oja pero incluso en las escrituras de las fincas que lindan al río se puede leer... al sur, con el río Glera...

Ezcaray lleva el título de "Primera villa turística de La Rioja" y es que no le falta casi de nada para poder pasar un fin de semana o unas vacaciones de verano. A poco más de 10 km. están las pistas de esquí de Valdezcaray, en la Sierra de La Demanda, en la ladera del pico de San Lorenzo, el más alto del contorno.

Pero además de la nieve se puede disfrutar de paseos maravillosos donde los hayedos mezclados con pinares dan un colorido especial a la primavera y sobre todo al otoño. Buen entorno micológico y cinegético, con frecuencia pueden verse corzos, ciervos y jabalíes corriendo por los bosques o en la berrea del verano.

Paraíso para las bicis de montaña, con multitud de pistas de duras subidas (y descensos).

Y ¿qué voy a decir de su gastronomía? Allí está el Portal del Echaurren (única estrella michelín de la comunidad), pero también otros varios restaurantes donde disfrutar de una comida singular.

No pararía de hablar de las excelencias de Ezcaray pero quería acabar con la receta y me voy liando, liando.

En Ezcaray además de todas estas cosas, hay una variedad de tiendas donde comprar casi de todo y muy concretamente unas carnicerías que se surten de productos por lo general del mismo pueblo. Así que la calidad del vacuno es impresionante. Mi buen amigo Feli tiene con su hermano una carnicería en la calle González Gallarza (Hermanos Caño) que me provee de unos entrecots sabrosísimos y el pasado fin de semana fui a comprar un par de ellos, pero tenía en la vitrina unas lecherillas de cordero con una pinta tal que no me pude resistir a llevármelas. Iba a decir "comprarlas", pero con Feli, nunca sé si las pago o me las regala.



Las llevé limpísimas, de manera que en casa sólo tuve que cortarlas más menuditas.

Freí una cebolla picada con unas arandelas de ajo y simplemente las espolvoreé con sal y las añadí a la sartén cuando la cebolla estaba bastante hecha. Al añadirlas, aumenté el fuego para que se hicieran fritas, no cocidas y así quedaran más crujientes. Un puñadito de perejil picado y unas tiras de pimientos asados, acabaron el guiso.

¡Qué cosa tan rica!

¡Que aproveche!

2 comentarios:

pfp dijo...

este verano ai si dios quiere tienes que hacerme un "stage" de cocina... digo yo, que entre bici y bici tendremos tiempo ¿no?

¿has visto el piso?

Josefina dijo...

!!Mmmmmm!! Quisiera comerme una lecherillas hechas por ti y disfrutar de Ezcaray, que conozco y me supo a poco. Es una maravilla.
!Qué suerte tenéis amigos míos!