21/2/11
POLLO CON LANGOSTINOS
He vivido tanto tiempo "fuera" de mi casa que he acabado por odiar el pollo, sí, sí odiarlo. Y desde hace muchos años que dejé de comerlo, por norma, por antipollería, por una nueva vida sin pollo. (Excepto si no tengo otra cosa que comer, lo cual me ha ocurrido en un par o tres de ocasiones, porque antes es Dios que todos los santos).
Todo un montón de años de carrera universitaria y luego la especialidad y luego la inmensidad de guardias hospitalarias. Pocos abyectos asesinos han estado encerrados más días en la carcel que yo en el hospital (sí, claro, un poco exagero, pero no tanto). Y para comer o para cenar era casi invariable ¡pollo asado!. Luego mis excursiones ciclistas por Francia, por esos montes de Dieu, y cuando al mediodía (al mediodía nuestro, o sea a las dos o dos y media) bajaba de la bici, no había ningún sitio abierto para comer y la solución era hacer pic-nic con fiambres, queso, algún día bocata y casi todos ¡pollo asado!
Pero no todos mis recuerdos del pollo son tan negativos. Entre los agradables está el "pollo con langostinos" que hace un montón de años ponían en un restaurante del Camero Nuevo, en Torrecilla y concretamente en "la Terraza".
En aquellos tiempos, para La Rioja, era un plato atrevido, mezclar el pollo con los langostinos... Una forma de mar y montaña. Luego descubrí el pollastre amb llagosta, plato clásico en el Empordá y pensé que el pollo de Torrecilla sin duda estaba inspirado en esta receta del mar i muntanya catalanes.
Y el caso es que el otro día compré una bandeja de muslos de pollo y un puñado de langostinos crudos e hice lo siguiente:
En una sartén con aceite de oliva freí los langostinos hasta que se pusieron bien colorados y los fui retirando a una cazuela plana.
En el mismo aceite y con el fuego fuerte, puse unos dientes de ajo con piel y a la vez fui friendo los muslos de pollo, previamente salpimentados. Según se iban dorando bien por todos los lados los iba dejando en la misma cazuela que los langostinos. Los ajos los dejé aparte, ya sin su camisa.
En el mismo aceite puse una cebolla en juliana con un puerro, también en juliana y con el fuego mucho más suave, dejé que se fueran pochando. Aproveche para añadir una cayena.
Cuando las verduras ya estaban bien blandas, añadí un bote de tomate troceado y a los diez minutos un buen chorro de coñac y puse el fuego más fuerte para que evaporara bien el alcohol.
Lo pasé todo por la batidora y lo puse en la cazuela del pollo y los langostinos. Añadí un poco de caldo de pollo (!!!) para que cubriera todo y lo deje a fuego muy suave durante 20 minutos. Cinco minutos antes de acabar le añadí un picada con los ajos, perejil y un puñadito de almendras tostadas.
Lo dejé enfriar y al día siguiente la salsa había engordado bastante, de todas maneras, saqué los langostinos y los jamoncitos de pollo y dejé la salsa a fuego fuerte otros 10 minutos para reducirla bien.
¡Que aproveche!
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