En KABANOVA tenemos visitantes ilustres. Hay un libro de visitas en el que, a criterio de la jefa de sala se invita a algún conocido comensal para que nos deje algún comentario sobre su estancia. Otras veces por espontaneidad de otros comensales a los que no se les ha invitado a escribir, pero que les apetece hacerlo, se van llenando páginas con dichos, dibujos y chascarrillos sobre la comida y algunas otras cosas.
Hay otros visitantes a los que quería referirme. No son de los que escriben en el libro, más bien son de los que tienen entrada libre a la cocina donde aprovechan para saludar a Diego y Cía., para encargar algún producto especial, para preguntar cómo hacemos una u otra cosa y para dejarnos también sus recetas propias.
Intentaré ir comentando poco a poco de todos ellos, pero hoy quería hablar de Valentín. Valentín tiene 87 años y todos los días cocina y hace la compra. Vive solo y es totalmente autosuficiente. Lector diario de El País y tertuliano mañanero, me dice; "la pena es que no podemos hablar de política porque acabamos discutiendo y ya estamos muy mayores".
Hoy me ha invitado a comer en su casa y ha puesto un cardo simplemente cocido y apañado con un buen aceite y unas gotas de vinagre de manzana. De segundo, unas berenjenas rellenas.
Según me ha contado, empezó a cocinar ayer por la noche y así hoy sólo ha tenido que calentarlas después de la tertulia mañanera y mientras ponía la mesa.
Primero cortó las berenjenas a lo largo y las asó con unas gotas de aceite. Luego, vació la pulpa, la picó finita y reservó tanto la pulpa picada, como los "cuencos de pieles vacías".
En una sartén hizo una fritada, despacio como debe de ser y como a él le gusta; todo muy picado, con cebolla, ajo, zanahoria, pimiento verde y pimiento rojo. Finalmente un poco de puré de tomate.
En otra sartén frió, con poco aceite, carne picada de un brazuelo de corderito de leche y cuando estaba ya dorada, añadió la pulpa de las berenjenas y mezcló bien una carne con la otra. Todo el conjunto lo unió con el refrito anterior.
Finalmente (casi) hizo un poco de besamel para que la farsa tuviera algo más de consistencia a la hora de prepararla.
Y ahora sí, ya sólo tuvo que rellenar los vacíos de berenjena y espolvorearlos con un queso rallado. Mientras ponía la mesa las puso en el horno a gratinar y doy fe de que estaban exquisitas.
Mientras comíamos, (y bebíamos un Caecus crianza que está gloria bendita) me contó que había pensado hacer el relleno con morcilla, pero que, al mediodía, cuando la asó en un cazo cerrado, ya sin piel y con unas gotas de aceite, estaba tan rica que se la comió y cambió la receta por el corderito picado...
¡Vale, cocinero!
1 comentario:
Me pàrece que conozco a este tal Valentín yo también he comido en su casa varias veces y tiene unas especialidades dignas de mención desde luego: patitas de cordero, caracoles, lasañas muy creativas, verduritas asadas etc etc, lo bueno además son sus precios, y sobretodo que aunque tenga el comedor lleno y le llames a última hora siempre te reserva mesa. Si le ves le das un beso de mi parte.
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