Hoy he ido a un hiper después de comer. Casi, casi estaba yo sólo y muy tranquilamente he podido pasear por la pescadería y por la zona de congelados, sin prisas, mirando precios y productos.
Descubrir, lo que se dice descubrir, no he descubierto nada nuevo que no hubiera visto en otras ocasiones, pero me ha servido de recordatorio de algunas cosas ya olvidadas. Y sin casi querer he ido llenando la cesta, una de esas cesta tan cómodas de llevar con sus ruedecitas que no te obligan a coger un carro y que hacen casi, casi la misma función.
Bueno, pues poco a poco he cogido una bolsa de chalotas, otra de cebollas rojas, una bolsa de cebolla picada congelada, otra similar de ajo picado, otra de pimientos verdes y rojos también troceados y congelados, y finalmente otra bolsa congelada de variado de setas, que con frecuencia me soluciona la cena en casa acompañando a un par de huevos revueltos. Finalmente una lubina de medio kilo a la que han quitado las tripas y escamas y bien limpita, ha ido también al cesto. Alguna otra cosa más que no viene al cuento y a casa con el recado...
Y así... me he animado a preparar la cena.
Primero he cortado las setas, todavía congeladas y las he hechado a una sartén con bastante aceite de oliva donde previamente había echado dos dientes de ajo ligeramente machacados y sin pelar (con camisa que se dice). A fuego muy suave han estado casi media hora, sin llegar a hervir en ningún momento, quizás un suave pilpil.
Cuando he acabado, he puesto otra sartén con parte del aceite de las setas y allí he pochado el equivalente a un ajo picado (de la bolsa congelada) y el equivalente a una cebolla de la otra bolsa que había comprado. A fuego muy suve he dejado que se pochara.
La lubina, que venía muy limpia, la he secado con cuidado y la he salpìmentado y la he puesto en una fuente de barro para horno con cebolla y ajo pochado a ambos lados así como setas confitadas, también haciendo de escolta. Encima de la lubina, unos daditos de mantequilla y un buen chorro de vino blanco y el zumo de medio limón.
El horno lo tenía ya caliente, a 200º y la lubina a ido para allí durante 15 minutos.
Al sacarla (¡cómo olía!) la he limpiado de espinas y piel y he dejado los lomos blancos.
He puesto el plato con una cama de cebolla y de setas y encima los lomos, y con una cuchara les he dado brillo napando con un poco del jugo de cocción.

Como veis la receta es sencilla, admite las variantes que queráis y
¡Que aproveche!
Descubrir, lo que se dice descubrir, no he descubierto nada nuevo que no hubiera visto en otras ocasiones, pero me ha servido de recordatorio de algunas cosas ya olvidadas. Y sin casi querer he ido llenando la cesta, una de esas cesta tan cómodas de llevar con sus ruedecitas que no te obligan a coger un carro y que hacen casi, casi la misma función.
Bueno, pues poco a poco he cogido una bolsa de chalotas, otra de cebollas rojas, una bolsa de cebolla picada congelada, otra similar de ajo picado, otra de pimientos verdes y rojos también troceados y congelados, y finalmente otra bolsa congelada de variado de setas, que con frecuencia me soluciona la cena en casa acompañando a un par de huevos revueltos. Finalmente una lubina de medio kilo a la que han quitado las tripas y escamas y bien limpita, ha ido también al cesto. Alguna otra cosa más que no viene al cuento y a casa con el recado...
Y así... me he animado a preparar la cena.
Primero he cortado las setas, todavía congeladas y las he hechado a una sartén con bastante aceite de oliva donde previamente había echado dos dientes de ajo ligeramente machacados y sin pelar (con camisa que se dice). A fuego muy suave han estado casi media hora, sin llegar a hervir en ningún momento, quizás un suave pilpil.
Cuando he acabado, he puesto otra sartén con parte del aceite de las setas y allí he pochado el equivalente a un ajo picado (de la bolsa congelada) y el equivalente a una cebolla de la otra bolsa que había comprado. A fuego muy suve he dejado que se pochara.
La lubina, que venía muy limpia, la he secado con cuidado y la he salpìmentado y la he puesto en una fuente de barro para horno con cebolla y ajo pochado a ambos lados así como setas confitadas, también haciendo de escolta. Encima de la lubina, unos daditos de mantequilla y un buen chorro de vino blanco y el zumo de medio limón.
El horno lo tenía ya caliente, a 200º y la lubina a ido para allí durante 15 minutos.
Al sacarla (¡cómo olía!) la he limpiado de espinas y piel y he dejado los lomos blancos.
He puesto el plato con una cama de cebolla y de setas y encima los lomos, y con una cuchara les he dado brillo napando con un poco del jugo de cocción.
Como veis la receta es sencilla, admite las variantes que queráis y
¡Que aproveche!
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